¿Qué mas…?

Hace 20 años daba palos de ciego lo cual me hacía sufrir mucho a mi y a las personas que estaban a mi alrededor. En ese momento tomé la mejor decisión de mi vida: hacer un proceso terapéutico que cambió para siempre mi forma de ver el mundo.

Ahora creo que la capacidad de las personas para ser felices ya está dentro de ellos. Es un camino donde yo acompaño el autoconocimiento.

Esto me abrió a un mundo nuevo, una nueva aventura en el que las emociones son invitados que tienen una información muy valiosa que aportar.

Aprendí, escuchándome, a respetarme.

Dejé de juzgarme y me permití no estar siempre en todos los saraos.

Mi timidez y mi miedo, que había logrado ocultar durante años, empezó a tener un papel nuevo en mi vida. Me permitió ser consciente de muchos sentimientos y salir luego al mundo de una nueva forma. 

Empecé a meditar, a bailar, a practicar deporte como hacía de pequeño, en definitiva, empecé una relación nueva conmigo mismo.

Este proceso me llevó a estudiar Psicología Humanista, un master de terapia centrada en la persona en el instituto de interacción y un postgrado de educación de la interioridad en la universidad de Lasalle. Mi vida empezó a brotar despacio y me casé, tuve dos hijos, un perro y mi casa se llenó de plantas y de luz.

Era el momento de empezar a compartir todo este camino con otras personas. Por eso me hice terapeuta, porque en mi vida siempre he querido estar cerca de las personas. Porque puedo acompañar a personas que quieran recorrer su camino. 

¿Te animas?